CARTA DEL SANTO PADRE FRANCISCO
Enlace aquí a su carta completa. Carta de Papa Francisco
El Jubileo ha sido siempre un acontecimiento de gran importancia espiritual, eclesial y social en la vida de la Iglesia. Desde que Bonifacio VIII instituyó el primer Año Santo en 1300 —con cadencia de cien años, que después pasó a ser según el modelo bíblico, de cincuenta años y ulteriormente fijado en veinticinco—, el pueblo fiel de Dios ha vivido esta celebración como un don especial de gracia, caracterizado por el perdón de los pecados y, en particular, por la indulgencia, expresión plena de la misericordia de Dios. Los fieles, generalmente al final de una larga peregrinación, acceden al tesoro espiritual de la Iglesia atravesando la Puerta Santa y venerando las reliquias de los Apóstoles Pedro y Pablo conservadas en las basílicas romanas. Millones y millones de peregrinos han acudido a estos lugares santos a lo largo de los siglos, dando testimonio vivo de su fe perdurable.
Sin embargo, en los dos últimos años no ha habido país que no haya sido afectado por la inesperada epidemia que, además de hacernos ver el drama de morir en soledad, la incertidumbre y la fugacidad de la existencia, ha cambiado también nuestro estilo de vida.
Debemos mantener encendida la llama de la esperanza que nos ha sido dada, y hacer todo lo posible para que cada uno recupere la fuerza y la certeza de mirar al futuro con mente abierta, corazón confiado y amplitud de miras. El próximo Jubileo puede ayudar mucho a restablecer un clima de esperanza y confianza, como signo de un nuevo renacimiento que todos percibimos como urgente. Por esa razón elegí el lema Peregrinos de la Esperanza.
De Nuestros Obispos
Enlace a la carta del Obispo Fabbro: Carta a los Fieles sobre un Tiempo de Oración en Preparación para el Jubileo 2025 - Diócesis de London - London, Ontario
En enero, el Papa Francisco invitó a todo el mundo a unirse en oración en preparación para el próximo Año Santo, el Jubileo 2025. Ha sido una tradición desde el año 1300 que los papas proclamen ciertos años como “Años Jubilares”. Deseando que los fieles puedan experimentar las gracias de un Año Santo con mayor frecuencia, los papas posteriores han proclamado un Jubileo cada 25 años, así como Años Santos extraordinarios con temas específicos. Muchos recordarán el Año de María de San Juan Pablo II, el Año de la Fe del Papa Benedicto y el Año de la Misericordia del Papa Francisco.
El tema del Jubileo 2025 es “Peregrinos de Esperanza”. Habiendo concluido nuestro propio Año Diocesano de Oración por las Vocaciones al Sacerdocio, ahora es momento de dirigir nuestras mentes y corazones al próximo Jubileo en unión con los católicos de todo el mundo.
Del Obispo William T. McGrattan, Presidente del Consejo Canadiense de Obispos Católicos:
El Obispo McGrattan expresó gran entusiasmo por el próximo Año Jubilar, afirmando:
“El Año Jubilar 2025 ofrece una oportunidad única para la renovación y la reflexión dentro de la Iglesia local y universal, invitando a todos los fieles a caminar juntos en nuestro camino comunitario de fe como ‘Peregrinos de Esperanza’. Estamos comprometidos a fomentar este camino a través de eventos significativos y recursos.”
Bonifacio VIII, en 1300, convocó el primer Jubileo, llamado también “Año Santo”, porque es un tiempo en el que se experimenta que la santidad de Dios nos transforma. Con el tiempo, la frecuencia ha ido cambiando: al principio era cada 100 años; en 1343 se redujo a 50 años por Clemente VI y en 1470 a 25 años por Pablo II. También hay momentos ‘extraordinarios’: por ejemplo, en 1933, Pío XI quiso conmemorar el aniversario de la Redención y en 2015 el Papa Francisco convocó el año de la Misericordia. También ha sido diferente el modo de celebrar este año: en el origen coincidía con la visita a las Basílicas romanas de san Pedro y san Pablo, por tanto, con la peregrinación, posteriormente se añadieron otros signos, como el de la Puerta Santa. Al participar del Año Santo se obtiene la indulgencia plenaria.
Un Año Jubilar está destinado a ser un tiempo para restablecer una relación adecuada con Dios, con los demás y con toda la creación. Incluye el perdón de las deudas, la devolución de tierras mal apropiadas y un período de descanso para los campos.
Link: ¿Qué es el Jubileo?
Jubileos através de la historia: Jubileos en la historia
El Jubileo nos pide que nos pongamos en camino y que superemos algunos límites. Cuando nos movemos, de hecho, no cambiamos solo de lugar, sino que nos transformamos nosotros mismos. Por eso, es importante prepararse, planificar el trayecto y conocer la meta. En este sentido la peregrinación que caracteriza este año empieza antes del propio viaje: su punto de partida es la decisión de hacerlo. La etimología de la palabra ‘peregrinación’ es decididamente significativa y ha sufrido pocos cambios de significado. En efecto, la palabra deriva del latín per ager, que significa “a través de los campos”, o per eger, que significa “cruce de frontera”: ambas raíces señalan el aspecto distintivo de emprender un viaje.
Link: Peregrinación
Desde el punto de vista simbólico, la Puerta Santa adquiere un significado particular: es el signo más característico, porque la meta es poder atravesarla. Su apertura por parte del Papa constituye el inicio oficial del Año Santo. Originalmente, solo había una puerta, en la Basílica de San Juan de Letrán, que es la catedral del obispo de Roma. Para que los numerosos peregrinos pudieran hacer este gesto, las demás Basílicas de Roma también ofrecieron esta posibilidad.
Al cruzar este umbral, el peregrino recuerda el texto del capítulo 10 del evangelio según san Juan: “Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos”. El gesto expresa la decisión de seguir y de dejarse guiar por Jesús, que es el Buen Pastor. Por otra parte, la puerta es también un paso que conduce al interior de una iglesia. Para la comunidad cristiana, no es solo el espacio de lo sagrado, al cual uno se debe aproximar con respeto, con un comportamiento y una vestimenta adecuados, sino que es signo de la comunión que une a todo creyente con Cristo: es el lugar del encuentro y del diálogo, de la reconciliación y de la paz que espera la visita de todo peregrino, el espacio de la Iglesia como comunidad de fieles.
Enlace a la página del sitio del Vaticano: Puerta Santa
Conozca más sobre la Puerta Santa: San Pedro - La Puerta Santa
Mira al Papa Francisco abrir la Puerta Santa, el 24 de Diciembre de 2024. Aqui
El Jubileo es un signo de reconciliación, porque abre un «tiempo favorable» (cfr. 2 Cor 6,2) para la propia conversión. Uno pone a Dios en el centro de la propia existencia, dirigiéndose hacia Él y reconociéndole la primacía. Incluso el llamamiento al restablecimiento de la justicia social y al respeto por la tierra, en la Biblia, nace de una exigencia teológica: si Dios es el creador del universo, se le debe reconocer una prioridad respecto a toda realidad y respecto a los intereses creados. Es Él quien hace que este año sea santo, dando su propia santidad.
Como recordaba el Papa Francisco en la bula de convocatoria del año santo extraordinario del 2015: “La misericordia no se opone a la justicia, sino que expresa el comportamiento de Dios con el pecador, ofreciéndole una nueva oportunidad de arrepentirse, convertirse y creer […]. Esta justicia de Dios es la misericordia concedida a todos como gracia en virtud de la muerte y resurrección de Jesucristo. La Cruz de Cristo, por tanto, es el juicio de Dios sobre todos nosotros y sobre el mundo, porque ofrece la certeza del amor y de la vida nueva (Misericordiae Vultus, 21).
Concretamente, se trata de vivir el sacramento de la reconciliación, de aprovechar este tiempo para redescubrir el valor de la confesión y recibir personalmente la palabra del perdón de Dios. Hay algunas iglesias jubilares que ofrecen continuamente esta posibilidad. Puedes prepararte siguiendo un esquema.
Hay muchos modos y muchas razones para rezar; la base es siempre el deseo de abrirse a la presencia de Dios y a su oferta de amor. La comunidad cristiana se siente llamada y sabe que puede dirigirse al Padre solamente porque ha recibido el Espíritu del Hijo. Y es, de hecho, Jesús quien ha confiado a sus discípulos la oración del Padrenuestro, comentada también por el Catecismo de la Iglesia Católica (cfr. CCC 2759-2865). La tradición cristiana ofrece otros textos, como el Avemaría, que ayudan a encontrar las palabras para dirigirse a Dios: «Mediante una transmisión viva, la Sagrada Tradición, el Espíritu Santo, en la Iglesia, enseña a orar a los hijos de Dios» (CCC 2661).
Los momentos de oración realizados durante el viaje muestran que el peregrino posee los caminos de Dios “en su corazón” (Sal 83,6). Este tipo de alimento necesita también de paradas y escalas varias, a menudo situadas en torno a ermitas, santuarios, u otros lugares particularmente ricos desde el punto de vista del significado espiritual, donde uno se da cuenta de que -antes y al lado- otros peregrinos han pasado y que esas mismas vías han sido recorridas por caminos de santidad. De hecho, los caminos que llevan a Roma coinciden a menudo con la trayectoria de muchos santos.
La liturgia es la oración pública de la Iglesia: según el Concilio Vaticano II, es el «culmen hacia donde tiende» toda su acción «y, al mismo tiempo, la fuente de la que mana toda su energía» (Sacrosanctum Concilium, 10). En el centro está la celebración eucarística, donde se recibe el Cuerpo y la Sangre de Cristo: como peregrino, él mismo camina junto a los discípulos y les revela los secretos del Padre, de tal modo que puedan decir: “Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída” (Lc 24,29).
Un rito litúrgico, característico del Año Santo, es la apertura de la Puerta Santa: hasta el siglo pasado, el Papa iniciaba, más o menos simbólicamente, el derribo del muro que la sellaba. Los albañiles procedían a quitar los ladrillos por completo. Desde 1950, en cambio, el muro se derriba previamente y, durante una solemne liturgia coral, el Papa empuja las hojas de la puerta desde fuera, pasando como primer peregrino a través de ella. Esta y otras expresiones litúrgicas que acompañan al Año Santo subrayan que la peregrinación jubilar no es un acto íntimo, individual, sino un signo del camino de todo el pueblo de Dios hacia el Reino.
La profesión de fe, también llamada “símbolo”, es un signo de reconocimiento propio de los bautizados; en ella se expresa el contenido central de la fe y se recogen sintéticamente las principales verdades que un creyente acepta y de las que da testimonio en el día de su bautismo y comparte con toda la comunidad cristiana para el resto de su vida.
Existen varias profesiones de fe, que muestran la riqueza de la experiencia del encuentro con Jesucristo. Sin embargo, tradicionalmente, las que han adquirido un especial reconocimiento son dos: el credo bautismal de la iglesia de Roma y el credo niceno-constantinopolitano, elaborado originalmente en el año 325 por el Concilio de Nicea, en la actual Turquía, y perfeccionado después en el de Constantinopla en el año 381.
“Porque, si profesas con tus labios que Jesús es Señor, y crees con tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo. Pues con el corazón se cree para alcanzar la justicia, y con los labios se profesa para alcanzar la salvación” (Rm 10,9-10). Este texto de san Pablo subraya cómo la proclamación del misterio de la fe exige una conversión profunda no solo de las propias palabras, sino también y sobre todo de la propia visión de Dios, de uno mismo y del mundo. «Recitar con fe el Credo es entrar en comunión con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, es entrar también en comunión con toda la Iglesia que nos transmite la fe y en el seno de la cual creemos» (CCC 197).
La indulgencia es una manifestación concreta de la misericordia de Dios, que supera los límites de la justicia humana y los transforma. Este tesoro de gracia se hizo historia en Jesús y en los santos: viendo estos ejemplos, y viviendo en comunión con ellos, la esperanza del perdón y del propio camino de santidad se fortalece y se convierte en una certeza. La indulgencia permite liberar el propio corazón del peso del pecado, para poder ofrecer con plena libertad la reparación debida.
Concretamente, esta experiencia de misericordia pasa a través de algunas acciones espirituales que son indicadas por el Papa. Aquellos que, por enfermedad u otra causa, no puedan realizar la peregrinación están invitados, de todos modos, a tomar parte del movimiento espiritual que acompaña a este Año, ofreciendo su sufrimiento y su vida cotidiana y participando en la celebración eucarística.
Explicación del logotipo: cortesía de la Conferencia de Obispos Católicos de Nueva Zelanda
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Los colores elegidos para el logotipo también son significativos.Antecedentes del Himno del Jubileo:
Durante el viaje, el canto aflora muy a menudo en los labios, como si fuera un compañero de fatigas para expresar las motivaciones del caminante. Esto vale también para la vida de fe, que es una peregrinación a la luz del Señor resucitado. Las Sagradas Escrituras están impregnadas de cantos, y los Salmos son un ejemplo sorprendente de ello: las oraciones del pueblo de Israel fueron escritas para ser cantadas, así el canto presenta ante el Señor los asuntos más humanos. La tradición de la Iglesia no hace sino prolongar esta unión, convirtiendo el canto y la música en uno de los pulmones de la liturgia. El Jubileo, que en sí mismo se expresa como un encuentro de pueblos en peregrinación hacia la Puerta Santa, encuentra también en el canto uno de los modos de dar voz a su lema, "Peregrinos de la esperanza".
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La tradición dicta que cada Jubileo se proclame a través de la publicación de una Bula Papal (o Bula Pontificia) de convocatoria. Por “Bula” se entiende un documento oficial, generalmente escrito en latín, con el sello del Papa, cuya forma da nombre al documento. Al principio el sello solía ser de plomo y llevaba en el anverso la imagen de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, Fundadores de la Iglesia de Roma, y en el reverso el nombre del Pontífice. Más tarde, un sello de tinta sustituyó el sello metálico, pero éste se siguió utilizando para los documentos de mayor importancia. Cada Bula se identifica por sus palabras iniciales. Por ejemplo, San Juan Pablo II convocó el Gran Jubileo del año 2000 con la Bula Incarnationis mysterium (“El Misterio de la Encarnación”), mientras que el Papa Francisco convocó el Jubileo Extraordinario de la Misericordia (2015-2016) con la Bula Misericordiae vultus (“El rostro de la misericordia”).
El Papa Francisco publicó la Bula de Indicación del Jubileo Ordinario del año 2025. “A todos los que leen esta carta, que la esperanza llene sus corazones”.
SPES NON CONFUNDIT, «la esperanza no defrauda» (Rm 5,5).
Todos esperan. En el corazón de toda persona anida la esperanza como deseo y expectativa del bien, aun ignorando lo que traerá consigo el mañana. Sin embargo, la imprevisibilidad del futuro hace surgir sentimientos a menudo contrapuestos: de la confianza al temor, de la serenidad al desaliento, de la certeza a la duda. Encontramos con frecuencia personas desanimadas, que miran el futuro con escepticismo y pesimismo, como si nada pudiera ofrecerles felicidad. Que el Jubileo sea para todos ocasión de reavivar la esperanza. La Palabra de Dios nos ayuda a encontrar sus razones.
La Bula Papal explora la ESPERANZA desde múltiples perspectivas:
Una Palabra de esperanza - Un camino de esperanza - Signos de esperanza - Llamamientos a la esperanza - Anclados en la esperanza
Explora la Bula de Indicación del Jubileo Ordinario del año 2025 en su totalidad AQUÍ.
A lo largo del año del Jubileo, se introducirán recursos adicionales para guiarlo en su examen espiritual de la ESPERANZA.
Un nuevo himno durante la misa
Tarjetas de oración del Jubileo
Bandera y vela del Jubileo
Guías de referencia de los Peregrinos de la Esperanza en nuestra Biblioteca de la Esperanza
Se anunciarán las peregrinaciones, cercanas y lejanas
Se planifican actividades a lo largo del año. Se proporcionarán detalles en las actualizaciones de esta página web.